En el verano de 2023, la rutina de Fabiola Carrasco, trabajadora comunitaria de salud para Puentes de Salud, luce más relajada que en 2021. Para ese tiempo, le tocó enfrentar un reto sin precedentes al tratar de eliminar las barreras entre las vacunas contra el COVID-19 y cientos de miles de latinos quienes, por distintas razones, no tenían acceso a ellas.
Cuando Fabiola inicialmente salía a las comunidades latinas del sur de Filadelfia y era recibida con rechazos, dudas y temores respecto a las vacunas, ella estaba distante de un presente más amable. Hoy, su comunidad la percibe como una mensajera de confianza. Los peores momentos de la pandemia ya pasaron y se observa en su sonrisa, la misma con la que responde a esta entrevista.
Fabiola, junto a más de 500 trabajadores sanitarios, formó parte de la iniciativa “trabajadores comunitarios de salud” del programa “Vacunas para Todos”, una iniciativa financiada por la Alianza Nacional para la Salud Hispana (La Alianza) con el fin de llevar vacunas a las comunidades latinas.
En 2021, los hispanos en Estados Unidos continuaban siendo impactados desproporcionadamente por la pandemia del COVID-19. Cifras reportadas por la Kaiser Family Foundation (KFF) –una organización sin fines de lucro enfocada en temas de salud nacional– indicaban que los hispanos presentaban una proporción muy superior de las infecciones basada en su representación en la población.
Además, según la doctora Bibiana Mancera, Directora de Participación Comunitaria del Border Biomedical Research Center de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), durante la pandemia los latinos “estaban muriendo a una tasa 2,5 veces mayor que la de otros grupos no hispanos”.
Fue esta situación la que movió a la Alianza a trabajar juntamente con organizaciones con base comunitaria para enfrentar este reto directamente. Acudieron a Puentes de Salud, una organización dedicada a promover el bienestar de los latinos en el sur de Filadelfia, a través de atención médica y educación. La organización resaltaba por tener establecida una red de trabajadores comunitarios de salud, a quienes podían capacitar para dar información sobre las vacunas, y algunos de ellos podrían administrar la vacuna directamente.
Una experiencia distinta a las anteriores
La trayectoria de Fabiola no empezó con la pandemia. Luego de cursar sus estudios de enfermería en México, emigró a los Estados Unidos, donde junto a su esposo abrieron una tienda y un restaurante. Su trabajo siempre ha estado cerca de las comunidades hispanas y, desde hace 10 años, lo estuvo aún más, cuando se vinculó a Puentes de Salud.
“Yo he sido trabajadora comunitaria de salud por más de 10 años desde los inicios de Puentes de Salud. Desde siempre hemos tenido diferentes tipos de proyectos focalizados en otros tipos de enfermedades como diabetes y cáncer cervicouterino. Ahora que vino la pandemia, tuvimos que trabajar más en aspectos relativos a la promoción de la vacuna del COVID 19 y a proveer información integral de salud”, contó Carrasco.
A pesar de tener experiencia atendiendo comunidades en temas de salud, la llegada del COVID-19 representó una experiencia distinta para ella. Fue testigo de la vulnerabilidad en la que se encontraban –y aún se encuentran– muchos latinos que no tienen seguro médico, lo que complicaba su acceso a la atención sanitaria adecuada. Conoció de primera mano la frustración de aquellos latinos que no saben hablar inglés y, en consecuencia, se les dificultaba expresarse a la hora de recibir servicios de salud.
Otro inconveniente era que había una proporción importante de latinos que desempeñaban labores esenciales fuera de sus hogares, lo cual los exponía más al virus. Algunos tenían que escoger entre ir vacunarse o faltar y correr el riesgo de perder sus trabajos.
De acuerdo con una encuesta del Pew Research Center, en julio de 2021, “45% de los adultos hispanos han tenido trabajos que requerían que estuviesen fuera del hogar en el último año y medio”.
El mismo estudio señalaba que alrededor de 62% de los latinos tuvo problemas financieros, como complicaciones para pagar facturas o tener que adquirir comida de un banco de alimentos. En ese mismo mes de Julio de 2021, datos de la KFF estimaban que solo 41% de la población latina había recibido las vacunas, una cifra por debajo de otros grupos como los blancos no-Hispanos (48%) o asiáticos (65%).
Aunque para julio de 2021 las dosis llevaban al menos seis meses disponibles en el país, la vacunación contra el COVID-19 presentaba grandes desafíos. Uno de ellos era que, la información de fuentes confiables estaba disponible mayoritariamente en inglés y, por las barreras del lenguaje, los hispanos no tenían acceso a esa información. Además, producto de las campañas de desinformación sobre las vacunas, muchos latinos tenían miedo a vacunarse por temor a supuestos efectos secundarios desfavorables. La labor de Fabiola, junto a otras trabajadoras comunitarias de salud, consistió en brindar información confiable, generar confianza, eliminar rumores, facilitar el acceso a las vacunas y lograr que las personas de su comunidad se inmunizaran.
“Sí que fue distinto esta vez, siempre estuvo el tabú del miedo, el temor a una nueva vacuna. Me preguntaban: ‘¿cuáles son los síntomas? ¿Cuáles son los riesgos que pueden pasar?’. Muchas chicas decían: ‘estoy embarazada. No puedo ponerme esa vacuna porque no sé si mi hijo vaya a nacer mal’ o ‘yo quiero embarazarme en un futuro y no quiero que algo afecte mi sistema’, o cosas como que estoy enfermo y puede ser que la vacuna empeore más mi salud”, comentó la trabajadora comunitaria de salud.
La constancia y el trabajo duro fueron las mejores herramientas para que Fabiola pudiera sortear exitosamente esta situación. El reconocimiento que había adquirido como trabajadora comunitaria durante más de una década le permitió difundir con facilidad información sobre las vacunas a vecinos y amigos, para que estos la difundieran a más personas.
Y, como ya había hecho en oportunidades anteriores, la trabajadora comunitaria de salud trabajó en clínicas que en esta ocasión eran móviles, es decir, se desplazaban y estacionaban en espacios públicos dentro de las propias comunidades, como tiendas, escuelas o iglesias. Esto representó para ella el reto más grande debido a los aspectos logísticos y la cantidad de personas a atender.
“¿No podías ir a una clínica para ponerte la vacuna? Había una clínica móvil cerca de donde tú vives. Había un equipo muy bien organizado para hacerlo, que estuvo ahí para la primera y segunda dosis. Para mí fue excepcional, fue algo grandioso porque no lo hizo solo una persona (…) El lugar, el tiempo, el espacio, todo era un reto; pero a final de cuentas el reto se cumplió. Cuando decía que hicimos una clínica móvil y se vacunaron 100 o 200 personas, era emocionante”, relató.
Los resultados de este esfuerzo hablaron por sí solos. El programa “Vacunas para Todos” en sus primeros dos años formó más de 500 trabajadores comunitarios de salud en más de 41 comunidades y logró administrar más de 760,000 dosis de la vacuna de la gripa y del COVID 19 a los latinos. Adicionalmente, la labor informativa de estos trabajadores de salud comunitarios logró un cambio de actitud hacia las vacunas en aquellas personas que rechazaban inmunizarse.
En la opinión de Fabiola, “ahora mucha gente que habla de vacunas no tiene el mismo miedo que tenía al principio, las personas están más informadas y te dicen ‘no puedo morirme porque tengo las dos vacunas’”.
El alivio del deber cumplido
Según datos del CDC, para febrero 2023, 88.2% de los latinos en Estados Unidos había recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19, que es comparable a 87.1% de los blancos no-Hispanos. Esto no solo representa un incremento significativo en el tiempo, sino también un cierre muy rápido de la brecha con la población blanca, una evidencia de la importancia del trabajo de los trabajadores comunitarios de salud como Fabiola.
El trabajo de Fabiola y los más de 500 trabajadores comunitarios de salud forma parte de este esfuerzo realizado en el proyecto “Vacunas para Todos” liderado por la Alianza Nacional para la Salud Hispana. “Se siente como que se te quitó un peso de encima”, manifestó Carrasco. Para ella, los logros son más que cifras, son también lecciones de vida y aprendizajes que marcaron su carrera.
“En lo personal aprendí mucho. Aprendí de la gente, de las vacunas, a lidiar con el estrés de cada persona; a darles confianza y animarlas”, dijo la trabajadora comunitaria de salud, agregando que el perfil de una trabajadora comunitaria de salud se resume en “más que todo, amor y compromiso”.